8/12/08

Los vagos rayos de luz penetran en mis ojos. Me despierto. Siento como un repentino escalofrío recorre mi cuerpo con extrema rapidez. Observo mis manos, las palpo con ternura y me sorprendo con su delicada textura, con su pálido color…sigo con el dedo cada surco que me trae un recuerdo y éstos sólo me conducen hacia el abismo del que huyo. Tras ellas descubro unos pies. Dos, uno a cada lado, sinuosos y emprendedores me piden a gritos que comience el día. Son tan bellos que mis ojos se clavan impertérritos hasta desfigurarlos. Y, en un desafío hacia mi propia persona, aparto la mirada de aquéllos que me transportan. Belleza, por fortuna he ido a caer ante mis propios ojos. Sombras y luces se dibujan en mi cuerpo para devolverme un poco de lo que soy. Me levanto, me acerco a aquél que me mira, y con extrema suavidad le acaricio y le beso. Está frío, quizá este muerto.

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